miércoles, 28 de noviembre de 2012

El artesano (cuento o novela?) capítulo 7



El artesano – capítulo 7

Marta se retiró casi deslizándose como una serpiente, a pesar de su cuerpo casi nadie se dio cuenta de su partida, entró a su habitación de la planta baja, se desnudó y fue al baño privado, éste tenía una vieja bañadera de fundición y losa que en su momento había sido muy blanca pero ahora ya estaba algo percudida y mas amarillenta, corrió la cortina de plástico color rosada con unas florcitas verdes y amarillas, abrió el grifo del agua caliente y un poco el del agua fría, puso un tapón de goma en el desagote y dejó que se llenara. El hotel poseía una caldera seguramente regulada muy alta y la temperatura del agua caliente era excesivamente alta, la pared del baño estaba azulejada hasta los 2 metros de altura con azulejos blancos y negros y parecía un gran tablero de “damas” si no fuese por una ventanita de madera color cedro y vidrios repartidos que lo recortaba en el centro de la pared de la ducha, este “tragaluz” daba al fondo del hotel donde estacionaban los vehículos, debajo de la enredadera. Marta disfrutaba bañarse y mirar por esa ventana, el aire entraba fresco con un aroma a hierbas típicas de las sierras, era un color y un olor que no se olvidaban en toda la vida, ella puso levemente su pie derecho en la bañadera asegurándose que la temperatura sea correcta, luego lo introdujo completamente para luego pasar todo el cuerpo y sumergirse en el agua. Miraba por la ventanita y veía el Renault 11 del Artesano, luego los demás autos, su propio jeep estaba cruzado delante del Renault, pensó que si El artesano quisiera sacar su auto debería hacer varias maniobras y seguramente insultaría por lo bajo, ella LO SABÏA. Alfonso partió a su cuarto en el primer piso y Soledad al del tercero, El conserje como siempre seguía apostado en su lugar y El artesano aún inquieto por lo sucedido fue hasta la barra y le pidió una ginebra con dos hielos.
_ Es algo fuerte para esta hora del día.
La frase del conserje lo sorprendió, es que “era tan callado”.
_ Si, lo se, pero necesito algo fuerte. (se notaba su inclinación alcohólica). ¿Cómo se siente?
_ ¿Qué cosa?
_ Estar aquí tan lejos de todo.
_ Ah, está bien. (“Ah bueno”, pensó El artesano, el conserje había sido tan escueto que era casi imposible entablar un diálogo con él).
El conserje le sirvió la ginebra en un vaso de boca ancha con los dos hielos.y sorpresivamente le dijo:
_ Salgamos a caminar. (Ambos salieron del hotel, El artesano aún con su vaso en la mano derecha haciéndolo girar para que el hielo de pequeños círculos en el líquido).
_ ¿Ve las ondas?
_ ¿Qué ondas?
_ Las que va produciendo el hielo en la ginebra.
_ Ah si… Allá donde estuvieron, yo bajé hace algún tiempo y me caí, un ovni apareció de la nada y su luz, esa luz… solté la cuerda de descenso, no se tal vez fue un descuido, un… no se, no recuerdo casi nada, caí los últimos 10 o 15 metros, tuvieron que operarme.
_ ¿Cuales fueron las heridas?
_ Me fracturé el brazo derecho, la pelvis y el cráneo.
_ ¿No llevaba casco?
_ No lo se, o se me salió, tal vez se rompió o tal vez no me lo puse. Tuve una contusión grande, había quedado cuadripléjico, estuve muy mal, ni siquiera podía hablar, estuve en coma no se cuanto tiempo.
_ Pero se lo ve muy bien.
_ Me operaron en el hospitalito del Sr Alfonso.
_ Ah…
_ Es “su” laboratorio, El Sr Alfonso es médico, cirujano… neurocirujano.
_ Es raro que me cuente esto a mi…
_ ¿Por qué no habría de contárselo?
_ Es que usted es tan reservado.
_ Todavía me cuesta hablar.
Ambos caminaban cerca de los coches y el conserje miró hacia la ventanita, El artesano hizo el mismo movimiento, Marta los miraba desde la bañadera, entonces se levantó y dejó que ambos vieran su cuerpo desnudo.
_ Mi mujer es muy hermosa.
_ Si, es muy hermosa, ha tenido suerte en eso.
_ Todos tenemos un día de suerte, usted tendrá también su día de suerte.
El artesano entendió la indirecta, era evidente que conocía lo sucedido la noche anterior, terminó la ginebra de un sorbo y dejó un hielo que aún no se terminaba de derretir en su boca y lo masticó. Miró a Marta que se enjabonaba provocadora y abría la ducha para que el agua corriera por su cuerpo, bajó la vista…
_ Volvamos necesito dormir un poco.
Soledad se dio una ducha en el baño del tercer piso y se recostó totalmente desnuda, estaba cansada pero no podía dormir, hacía calor, prendió el ventilador de techo y miraba el giro de sus paletas, bajó instintivamente su mano derecha y se cercioró que el bolso verde militar estuviera allí bien cerca. Acarició sus pechos y recordó la noche anterior y enseguida se empezó a quedar dormida.
Alfonso entró a su cuarto he hizo un par de llamadas al hospitalito de Alta Gracia para que todo estuviera correcto, tal vez a la tarde/noche irían a su laboratorio, Alfonso tampoco quería apurar al grupo ya que la historia del universo databa de 14 mil millones de años pero la de él mismo no duraría tanto tiempo mas.
El artesano entró a su habitación, no podía sacarse de la cabeza todo lo sucedido en estas escasas 24 horas, el cuerpo de las dos mujeres competía palmo a palmo con las cuevas y la aparición del ovni, Marta y Soledad disparando con fusiles, ¿Quiénes eran en realidad estas dos mujeres?, luego el hombre menudo y su historia de la caída y sus operaciones en el hospitalito del Sr. Alfonso, él lo había asegurado, le había pagado cada uno de sus trabajos, cada uno de sus viajes, él siempre había trabajado para fundaciones generalmente sostenidas por gobiernos o universidades, ¿quien era este Sr. tan místico, cirujano… que conocía tanto y tanto, sobre todo la vida de cada uno. Con todos esos pensamientos se fue durmiendo y en algún momento indeterminado las imágenes aparecieron en su mente, un cachorro, un perrito con la panza rosada aún y algunas pulgas que aparecían como machitas negras que correteaban y correteaban, el quería atraparlas con sus largas uñas y de hecho conseguía hacerlo, luego quería partir a las pulgas por la mitad para asegurarse que murieran y algunas saltaban de su mano a su propio cuerpo y esto lo fastidiaba, era algo tan malo como el ataque del ovni, y volvía la imagen de las luces y esa velocidad incalculable, lo molestaba EL NO SABER, entonces volvía a la imagen del perrito panza arriba y él se ponía agresivo y se quería auto controlar, tenía ganas de pegarle al perrito inofensivo y matar a todas las pulgas… Se despertó transpirado, se sentía mal, recordaba todo ese sueño y por un instante pensó que todo lo sucedido había sido solo un sueño pero enseguida la piletita algo derruida en la habitación y… no se había percatado pero le habían colocado una funda en la almohada, blanca, blanquísima, entonces se desvistió y se dispuso a dormir un rato, prendió el ventilador de techo y el aire empezó a renovarse. Cuando empezaba a conciliar el sueño escuchó un leve golpecito en la puerta, se levantó y se cubrió con un toallón anudándoselo en la cintura. “Si…” dijo, del otro lado “¿puedo pasar?”. Marta era insaciable y a él le costaría la vida.

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