martes, 29 de julio de 2014

Vienen a mi

Vienen a mi insubordinados,
desde lejos, 
como nubes de avispas 
en el crepúsculo anaranjado,
negros pájaros, 
figuras, 
a veces inocentes voces,
otras indolentes 
suben y suben en bandadas
casi hasta morir asfixiados
y luego se precipitan 
hasta la tierra firme esquivando los árboles.
a la velocidad de la sin razón, 
no, no hay razón,
no la busquen,
todo es así sin encontrarlos,
una simple melodía que crece,
un río de sentimientos verdes
y el marrón de sus ojos 
mezclándose con los pétalos tiernos de sueños
de alma dulce y pureza blanca.
Debí retenerlos, 
allí en el contraste,
debí socorrerlos,
debí darles aire...
Ahora es tarde, 
ya desalientan.
Ella les daba la vida,
el pulso exacto,
las brevas de julio tardías 
lo sabían 
exactamente,
eran violetas moradas como sus alas
y roja su boca entreabierta,
su voz de niña encerraba
al paso ligero de tacones altos
todos los misterios del amor.
Cuantas ciudades y cuantas distancias
se marcharon por el aire,
volando las edades
hasta quedar todos
apretados
en mi mano solitaria.




Palabras horizonte

Debiera yo viajar íntimamente
por los caminos de mil ciudades
para encontrar la palabra que te abarque.
Eres en mi tan imaginable
que invariablemente la palabra siempre vuelve.
Una y otra vez llegas suave a mis papeles.
¿Quien eres mujer?, ¿un tal vez?, ¿un siempre?...
Aquella niña que soñaba con ángeles
de boca roja y cabellos chocolate,
ahora vuelven tus fotos, tu voz lejana resonante,
tu verso subiendo renglones, tus ojos cafés, poses,
un todo lleno de colores y nadies,
tu rostro solo reconocible si lo tocase,
tu piel suave entre estas paredes casi cárceles,
tu palabra mucho mas allá de la luz tenue.
No, no puedo tocarte con mis letras,
no puedo caminar a tu lado y sonreirte,
no puedo regalarte una flor
y el suspiro se pierde en la distancia.
Por mas que lo escriba una y mil veces
tu siempre te escapas por detrás del horizonte.

domingo, 20 de julio de 2014

No me resigno



No hay remedio,
No,
no hay forma,
no quiero que la sangre llegue hasta la fuente...
Si,
tu eras aquel ángel y ahora qué!
Ya no siento tus cabellos volar,
ya no estás entre mis notas,
tus besos no llegan a ningún lugar.
¿Acaso la noche te absorbió entre su vientre y sombra?
¿que quedó de aquella niña que corría por los caminos de las ciudades?
Aquí está la luna llorando soledades
arqueada de tanto bostezar el amor de los amantes no reconocidos,
blanca,
pálida sin saber sobre su destino.
Muerte! puta muerte!
no me resigno...
Ella no lo ha merecido,
la sangre roja como sus labios,
borravino ha sido.
La he visto morir en mis papeles,
No!
no hay remedio,
que la sangre no llegue hasta la fuente,
yo,
no me resigno.

sábado, 5 de julio de 2014

El renacimiento de la libélula



Espacio tiempo prematuro
que tanto y tan poca cosa eres
sin amor,
filamentos diminutos 
como salidos de una acuarela,
alma mía,
si todos somos
simplemente materia
y estamos hechos
de la copia de lo mismo.
Tan pequeño es el lapso de este tiempo
que no me alcanza el universo entero
distancia larga entre dos palabras
para decir lo que yo siento
y presiento
la tristeza de la muerte
en la letra de tu olvido.
Libélula de los carteles,
libélula del baile y de los libros...
si tu vuelas lejos de mis ansiados días
yo no quiero que tu seas
en mis noches frías 
un efímero suspiro
en el beso de la vida.
Ángel
vuela libre sobre el mar con tus cuatro alas
desde el golfo de las conciencias indias
hasta la soledad
de la plataforma submarina.
Renace,
ilumina, brilla,
que yo te deseo siempre eterna,
siempre bella,
siempre viva
en el latido de mi corazón
y en la imaginación
de mis pupilas...