El Artesano (capítulo 10)
“La vida
de las estrellas” dijo Soledad, la vida de las estrellas... Ambos
conocían todo acerca de Carl Sagan pero nada de Alfonso así que pasaron a
la carpeta 2 pero estaba vacía, buscaron archivos ocultos y nada, luego
la carpeta 3 y apareció otro video, esta vez Alfonso mucho mas joven,
tal vez 5 o 7 años antes decía: “Si usted llegó hasta aquí es porque yo
no estoy mas al mando”, parecían cortos o ediciones como si uno quisiera
preparar un documental o algo así y no hubiese tenido tiempo de
hacerlo, como si el autor hubiese guardado partes que le interesaba
retener. Siguieron abriendo carpetas y había filmaciones en las cuevas
de El Cóndor, cuando encontraron al “chico de las estrellas” y algunas
momias más, también había filmaciones realizadas en Perú, Guatemala,
México, Egipto y hasta en Japón, en los videos donde aparecía Alfonso la
filmación se había realizado en lo que parecía una casa de campo, el
escritorio era el mismo en el que estaban ellos sentados pero detrás
había tres ventanas con cortinados blancos en una pared que eran 3 o sea
simplemente que formaba medio hexágono, detrás se podía ver el césped
bien cortado, árboles y algunos chicos correteando, (tal vez fueran sus
hijos, pensaron ambos).
_ Subamos a buscar las pizzas.
Soledad
tomó su bolso verde militar, no dejaría que subiera solo y tampoco iría
desarmada. Arriba todo seguía como antes, los dos hombres armados en el
pasillo, uno se adelantó y los llevó al primer salón, sobre el mostrador
había dos cajas y varias botellas de coca cola de litro y medio.
Bajaron y se limitaron a comer. Ambos callados… En algún momento alguno
de los dos dijo “Sigamos”, encontraron muchos videos de operaciones de
cerebros donde se explicaban técnicas y procesos… en uno en particular
aparecía Alfonso explicando una vieja técnica para el “tratamiento” de
un aneurisma y hablaba sobre una sonda y una cámara de video, se llegaba
por una arteria hasta el aneurisma y se dejaba un resortito de platino
como una funda y luego el organismo re absorbía los capilares que al
quedarse sin irrigación se secaban por completo… Una vieja técnica que
se había iniciado justamente en Córdoba hacía ya unos 20 años atrás.
Finalmente abrieron la carpeta número 333, el número no era un número
cualquiera, en el video aparecía nuevamente el Alfonso joven, esta vez
sin nadie en los jardines, se notaba en la voz que había estado bebiendo
y las palabras se empastaban en su boca: _ Dr. Frankenstein… usted
tenía razón, somos máquinas, benditas y fallidas máquinas imperfectas,
moléculas complejas de lo mismo, hidrógeno que se funde para hacer
helio, fusión, somos residuos de una estrella muerta, reacciones
químicas, electricidad y electromagnetismo y centenas de errores
genéticos… Chinos de mierda (hubo un lapso) Benditos Chinos (y enseguida
rió a carcajadas), (luego miró fíjamente a la cámara y se quedó serio)
“Ustedes dos, solo lo sabrán cuando el tiempo llegue y el tiempo llegó…
lo que sigue es la operación “Taninga” donde le incorporamos a “Armando”
un microchip que reemplaza a las neuronas dañadas por el hematoma, esto
se vino haciendo con éxito en casos de Alzheimer y otras enfermedades
degenerativas pero nunca al extremo que lo hemos llevado, un nanorobot
se conecta con las neuronas sanas y permite interconectar al microchip,
éste tiene la capacidad de copiar y reproducir órdenes y si se quiere se
puede obtener un back up de toda la personalidad del individuo…
Hewlett-Packard “nos dio” la primer molécula binaria, sin ello nada de
esto sería posible. Ojalá viviera yo lo suficiente, podría llenar esta
habitación con dinero y cambiárselo por la juventud de ustedes… Imaginen
la clonación de un individuo y luego modificarle el cerebro
reprogramándolo a imagen y semejanza del primero… al fin y al cabo somos
solo eso: una máquina imperfecta… Dios nos libre de todo mal".
_ Dios. (Dijo Soledad) ¿Es posible todo esto?
_ Seguramente lo sea, “Armando” está allí: vivo.
_ Dios… Dios, Dioses…
_ Hay que encontrar esa casa de campo como sea.
El
sonido de una llamada en el celular del Artesano los trajo a ambos
nuevamente a la realidad. Era imposible, El artesano cogió su celular y
quiso contestar pero la llamada ya figuraba perdida, era Alfonso.
04.00 am la inmortalidad era solo para algunos pocos, ellos dormirían algunas horas en los sillones.
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