Extraños en un tren
La seguí, en el tablero las piezas ocupaban sus
distintos lugares, la vida estaba en marcha: detrás el pasillo azul y los ojos
azules, la nostalgia, por delante lo increíblemente insondable, el imposible,
lo que viene.
Las puertas eran corredizas, se deslizaban como
guillotinas transversales, pasé por uno y otro vagón, primero el de clase única
donde estaban los asientos comunes y mucha gente hablaba en voz alta y señalaban
cosas del paisaje, una hilera de eucaliptos enormes pasaban a toda velocidad y
se percibía el aroma en el aire, y algunos chicos corrían por el pasillo,
miré rápidamente y seguí adelante, una puerta guillotina luego el coche cama
con sus compartimientos privados y luego otra puerta y otro vagón y otro, y
ella que necesitaba que la busquen y como un juego tonto yo contaba nombres
hasta cien y llegué, abrí la última puerta, el vagón lucía casi vacío,
alfombrado de color bordó, todas las ventanillas con cortinas al tono y
bordados color oro, anaqueles en madera de roble claro y apliques al estilo
lámparas de kerosene en los laterales le daban una iluminación tenue y la
música invitaba a la relajación. Al final, sobre un rincón, una pequeña mesa y
dos sillas de estilo inglés. Ella estaba dibujando, me acerqué y le dije
“pica”…ella sonrió sin entender que me refería al juego de las escondidas
entonces vi que había llorado, tenía sus ojos apenas enrojecidos y en su
mejílla aún resistía una pequeña gotita…
“A mi,
solo a mi,
sin ti,
no digo,
tu me llamas y tu me dices
y no dices nada,
jamás dices nada,
jamás,
y muero y pienso,
amo, pienso
y vuelvo a morir,
REMUERO/
y la búsqueda íntima pasa,
cambia y pasa,
se derrumban algunas paredes y pasa.
Las ideas se rebuscan y se refugian,
se retuercen en sus húmedas tumbas
con bóvedas gris_rosadas enumeradas,
silenciosamente imaginadas,
prensadas, apiladas,
y tristes…”
La retuve con mi dedo índice:
“padre/amigo/amante”
_No se que es lo que quiero
_Solo no te arrepientas
_La vida es trágica
_El universo no es amable
_La gente querida se enferma y se muere…
_Algunos también sanan
“Las galerías rotas, destrozadas, ya no son aquellas que yo
conocía, el ruido se transformó en polvo y telarañas, los gritos adolescentes
en revoques rotos de medias caídas y zapatos gastados y redondos, la soledad
ahora se respira hacia los cuatro puntos cardinales. El sol entra fuerte por
las ventanas del este y eso debería ser suficiente para aclararlo todo, es
tibio para esta fecha del alma, a pesar de los cristales que ya no están y
jamás serán rotos nuevamente, que increíble paso lo que una mosca tarda en
morir así es la elipse del hombre frente al universo, una elipse cruel y
siniestra que devora infancias y adolescencias y mata gente conocida.
Tú estabas allí,
muy cerca, con tus ojos pardos, apretándome la mano para decirme que así sea,
yo como aquel ángel que jamás hubiera deseado ser revoloteaba aquella atmósfera
indolente de áridas fragancias, la calma era necia, abstracta, el pensamiento
crecía por encima de los cuerpos ingrávidos, la cama llegó para quedarse luego
vacía, a su lado los recuerdos se recostaban sobre una colcha a cuadros como
calles que cruzaban todas las distancias imposibles de abrazar con el pequeño
taxi amarillo y negro de chapa, el cuerpo entre los cuerpos, el cariño viejo y
gastado, reconciliado, amarillo en el espejo del otoño que se escapaba. El
espacio tiempo se acortaba, la vida solo era retenida por pequeños filamentos
que oscilaban entre la edad avanzada y las volutas del cigarrillo consumido a
una velocidad innecesaria.
El gris verdoso
se vuelve ojos grandes, redondos, abiertos, el último grito mudo, el último
cigarrillo y la última mirada hacia la cortadita de adoquines tan redondos como
aquellos ojos de mano ya suelta, el tiempo va devorando la elipse con el último
aliento, se nos está yendo…los edificios me miran imperturbables, algunos han
evolucionado otros se quedaron en el paquete de galletitas manón de 4. La vida,
la muerte, el amor…”
_Necesito que me
encuentres…
(el dibujo
reflejaba mi rostro)
continuará
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