desde lejos,
como nubes de avispas
en el crepúsculo anaranjado,
negros pájaros,
figuras,
a veces inocentes voces,
otras indolentes
suben y suben en bandadas
casi hasta morir asfixiados
y luego se precipitan
hasta la tierra firme esquivando los árboles.
a la velocidad de la sin razón,
no, no hay razón,
no la busquen,
todo es así sin encontrarlos,
una simple melodía que crece,
un río de sentimientos verdes
y el marrón de sus ojos
mezclándose con los pétalos tiernos de sueños
de alma dulce y pureza blanca.
Debí retenerlos,
allí en el contraste,
debí socorrerlos,
debí darles aire...
Ahora es tarde,
ya desalientan.
Ella les daba la vida,
el pulso exacto,
las brevas de julio tardías
lo sabían
exactamente,
eran violetas moradas como sus alas
y roja su boca entreabierta,
su voz de niña encerraba
al paso ligero de tacones altos
todos los misterios del amor.
Cuantas ciudades y cuantas distancias
se marcharon por el aire,
volando las edades
hasta quedar todos
apretados
en mi mano solitaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario