martes, 31 de julio de 2012

"Los últimos seis" - cuento - capítulo 6: "Ascensión"






Yo soñaba, imaginaba rostros, miles de rostros bajaban desde un infinito íntimo muy oscuro, bajaban y se apoyaban en un fondo blanco mate, como una sábana muy blanca, una vez en su sitio giraban buscando las tonalidades concordantes entonces allí se adherían unos con otros hasta formar un único rostro sin edad pero con el tiempo de todos, cada universo nos limitaba a sus propias leyes físicas y era necesario sufrir para pasar a la próxima capa, otra lámina, otra etapa, many step`s... otra foto, otra vida. Un ruido violento me despertó sobresaltado, miré al anciano de la 201 1 que dormía respirando algo agitado y supuse que necesitaba oxígeno, Domingo el anciano de la 201 2 totalmente perdido se había querido levantar pero los músculos debilitados de sus flacas piernas no pudieron soportar su metro ochenta y ocho ya oblicuos, quiso sostenerse de la varilla a modo de trípode donde colgaba el sachet de suero pero ya nada podía resistir ni mantenerlo aquí, ni siquiera su corazón, entonces cayó pesadamente sobre la espalda de la cuidadora del 201 3 que dormitaba en una silla entre las dos camas, la persiana americana de la ventana central cayó como el anciano, liberada de su cinta se cerró abruptamente, la cinta cortada se retrotrajo a su "útero" sistema de resorte antagónico, el mosquitero se abrió de punta a punta y cayó sobre el frasco con agua y aspirina que "alimentaban" a las "yerberas" que ya aplastadas seguían resistiendo contra todo... ya no teníamos protección alguna, pude ver los destellos materializándose muy cerca, bastones con patas fosforescentes, entonces todos estaban asustados, yo quise decirles "no tengan miedo" pero ya no había tiempo para palabras ni esquemas, todo era un bosquejo, un único rostro, entonces un haz de luz muy potente iluminó la sala y se dividió en seis patas poderosas, me incorporé o ya estaba de pié, el tiempo se consumía y solo pude decir "no", todos me miraron pero ninguno me veía como tampoco veían a los seis haces de luz, solo veían los seis cuerpos flotando a dos metros de altura por sobre sus cabezas, "Demencia" gritó "por Dios!"... y nadie concurrió, los enfermeros y enfermeras tomaban mate y charlaban de cuestiones mundanas y ajenas a escasos veintiún metros de allí.

Caminé por la vereda de en frente, había dejado estacionado mi auto a dos cuadras de allí, el sol brillaba fuerte en su habitual fusión nuclear transformando el hidrógeno en helio y cenizas de elementos vitales para los mortales, entré al bar en donde tantas veces había desayunado o había tomado un café tardío que remplazara alguna cena, el hospital estaba siendo demolido, solo quedaba la planta baja de los tres pisos originales, al este la sala de guardia y al oeste los consultorios,  me preguntaba si aún estaría la máquina de café, no lo creí, la puerta norte estaba intacta imaginé gente entrando pero solo una veintena de obreros con cascos amarillos iban y venían con carretillas, palas y grandes masas... Una vieja grúa con orugas movía su pluma de un lado a otro tomando impulso para que su "black-berry" destruya las viejas y muy resistentes paredes de 45, un camión esperaba en marcha a un lado su carga de escombros... escombros, escombros me dije, una y otra vez: escombros, me senté junto a una ventana que daba a la calle Olivé, levanté mi brazo derecho y chasqueé los dedos pulgar y mayor para llamar la atención de la chica que hacía las veces de "moza", el diario "la capital" sobre la mesa "decía" sobre la construcción de un nuevo hospital, junto a la ventana un frasco con agua y aspirina contenía un ramo de "yerberas" que erguidas sobrevivían a mi lado.

Fin



Arte del tiempo

Ni la voluptuosa palabra de mi conciencia,
 ni una foto infame, maltrecha, descolorida
 podrán decir que fuimos una ficción, ciencia
 del dolor o del amor en una voz desconocida.

 Un perchero viejo, inmóvil, con sus contornos
 participa del salvaje dramatismo de mi destino
 observando el todo desde la nada de su sin ojos
 implacable rincón en sombra de mis mil olvidos.

Se que la vida viene, pasa y cuelga su momento,
 una imagen clara será de lo que es y lo que fue,
 repetida sucesión, ilusión, un artificio sediento
 de un corazón sin razón a la voluntad de creer.

 Sabrán los vientos sobre los sonidos y silencios,
 sabrán los pájaros que vuelan y que renuevan
(con su vuelo) 
la pasión de sueños envueltos en sus misterios
 de un tiempo vivo y de otro tiempo ya muerto.


"Debajo de mi piel solo encontrarás mucho más de mi mismo"
Rubén - Gatoconbotas

A - Dios

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