miércoles, 3 de septiembre de 2014

El retorno a la imaginación



Fue suficiente, una voz conocida más allá de los papeles que venía desde la distancia, ese espacio no medido, sin sentido, ese que viene retumbando en las paredes de lo imposible. Desenterrada la voz como un sonido muerto viviente: del mas allá. Sin embargo fue una aurora, un sueño que venía a ser cierto, yo la quería cerca, al lado, recostada en el césped un día de verano, cerca del río verde y marrón donde tantas veces había estado o simplemente caminando por la costanera con sus zapatos rojos y tacones. Me propuse volver, dejar de releerme y volver, ella lo había pedido con esa vocecita tan suave, al oído y para que no la oigan, ella había pedido por favor superando todas las barreras físicas de tiempo y distancia y fórmulas tan naturales como nuestros cuerpos terrenales, como si su vocecita fuese la vibración de cuatro alas transparentes y celestiales entrando por los ojos mas que por el común del sistema y una vez instalada en las paredes grises/rosadas bajara a la velocidad de la luz hasta el órgano del amor haciéndolo latir mas fuerte. Ella había vuelto, estaba otra vez esperando que la encuentre y yo tal vez no la merecía o tal vez la había merecido siempre como el sol que me regalaba una vez más su sombra.
El camino había sido el de siempre una acuarela celeste rodeada de flores y cabellos color chocolate, curvas de cintura fresca y tenues labios de frutillas rojas apenas pálidas como cerámicas adornando la imaginación.

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