lunes, 28 de marzo de 2016

Rubores de la infancia

Te he visto
y me recuerdas a…
Tengo una pequeña historia
entrecortada,
como olas que golpean,
sacuden
una tras otra
y sin embargo
el mar sigue estando solo.
Somos mar
y añoramos,
queremos tener una playa,
un lugar donde dejar de soñar,
escribir pasos
y besos
y caricias,
sentirnos cómodos,
y dejar huellas,
huellas de amaneceres
u ocasos,
traslúcidos, naranjas o pálidos,
¿Cuál es la diferencia cuando se quiere?
Sensaciones que emanan
desde el agua o desde la tierra,
rumores lejanos,
como el tren que se acerca,
y pasa,.
Rubores aquellos
del banco de una plaza
donde el amor era sincero
y en un copo de algodón había magia,
libertador y callao:
si, había magia,
nos sobraba tanto tiempo:
enamoramiento,
el mundo era una rueda gigantesca
como la vuelta al mundo
y el miedo,
el miedo era solo una sonrisa
abierta a los fantasmas.
Volver…
o marcharme tal vez,
allá lejos
donde terminan los rieles
donde terminan los miedos,
las penas, la soledad
y empiezan tus ojos,
tu mirada,
una ventana al mar,
al amor.
Te he visto
y me recuerdas a…
la playa, la plaza,
panoramas
donde descansan
los rubores de la infancia.



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