Si yo te leyera más seguido
o si te hiciera el amor una vez cada tres días
seguramente podría desconocerte un poco menos
de lo que desconozco a muchos, a tantos y a ninguno.
Podría yo tenerte en una oración yuxtapuesta
o en una cama llena de palabras sin sentido.
Lo bueno del esperma es que fluye sin mentiras
y lo malo de tantas mujeres por no decir toda una jauría
es que se enamoran mucho más de la lapicera
que del dueño de tan sublime escritura.
A veces recorrer las hojas de una sola vista
volando apenas los renglones, por encima
o aún mucho más arriba,
o aún mucho más arriba,
nos permite no elegir y dejar volar las personalidades
que de otra forma jamás saldrían a la calle sin sus máscaras,
entonces tu dirías alguna sonsera y yo alegre me reiría,
reiría a carcajadas de tan preciadas buenas intenciones,
desearía tus pechos desnudos, erectos de tantas felonías,
o lloraría desconsoladamente ante la pérdida
de una razón concreta al darme cuenta
que la distancia entre letras es inesperadamente un abismo
y la incoherencia de tantos amores inconexos no supera siquiera
una realidad en la memoria,
ni el recuerdo de ese tan preciado virtual anhelo.
ni el recuerdo de ese tan preciado virtual anhelo.
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