Fue el viaje realizado
hacia un fantástico mundo no mío,
acercarme a lo alejado,
a lo soñado o a lo escrito
simplemente recostado
sobre un asiento tibio
jugando con esos viejos centavos
en la mano de recuerdos idos.
Fueron los miedos superados
kilómetros reprimidos
los que fui dejando al costado
de la ruta en el pueblo del olvido,
fueron apenas prolijamente doblados
entre pliegues del amor empírico.
Poco a poco fui llegando
a encontrarme conmigo mismo,
nos miramos desconfiados
(casi sorprendidos)
¿quien eres?, ¿quien ha sido?
Firmamos así un contrato
del esto nunca ha sucedido
y fueron sus ojos oscuros y raros
de esos que en las fotos no lucían tan vivos…
Tal vez una canción de Café Quijano,
o el amanecer, o aquella botella de vino,
o su cuerpo endemoniado
los que hicieron del momento algo digno,
un instante de gloria y su piel y su cabello largo,
bocas rojas de jadeos y pequeños gritos,
media sonrisa apenas fuimos dejando
y entre las sábanas un poco de amor latino.
La vida siempre es humor pasado
y casi casi pasa desapercibido,
la paloma finalmente ha cazado
al halcón de aquellos tantos libros
buscando en el equivocado
el fragor del amor furtivo…
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